Es lo que más se consume, según los casos que llegan al Servicio de Toxicología del Hospital de Niños de Córdoba. Lo señaló la médica Nilda Gait, quien ayer capacitó a equipos de salud en Villa María
El consumo de marihuana creció y está cerca de la ingesta de alcohol, que lidera las estadísticas de los problemas por adicciones.
Eso señaló la médica Nilda Gait, jefa del Servicio de Toxicología del Hospital de Niños de Córdoba al hacer referencia a lo que observa desde ese lugar. Gait es médica cirujana, especialista en salud pública, pediatría y toxicología y magíster en drogadependencia y salud pública. Estuvo ayer en Villa María para capacitar a los equipos de salud, en el marco de las acciones del Consejo Municipal de Adicciones.
Siempre hablando de personas menores de 15 años, detalló que el alcohol sigue arriba de las estadísticas aunque “disminuyeron los accidentes de tránsito” por esta causa, luego cerca está la marihuana y después la cocaína. Los de LSD son casos aislados, “éxtasis poco y sólo hemos tenido un caso de paco”.
Sobre el fumar marihuana, una práctica que se ha extendido en los últimos años, la profesional sostuvo que “están comprobados sus efectos a nivel cerebral y más si se consume a largo plazo”, produciendo “disminución del coeficiente intelectual y alteraciones como la ginecomastia”. Sobre este último punto presentó ayer el caso de un bebé de un mes con ginecomastia, lo que vinculó al consumo de marihuana realizado por su mamá durante todo el embarazo.
Además dijo que pueden presentarse “alteraciones a nivel ovulatorio en mujeres y a nivel de esperma en hombres, como también alteraciones en la parte inmunológica”, por lo que alguien que fuma mucho “es propenso a pescarse cualquier enfermedad”. Y también sumó entre las consecuencias, problemas cardíacos y cerebrales.
“Si queremos una sociedad sana y un futuro mejor, no dejemos que consuman drogas. Tenemos que volver a las metas, empecemos a pelear por límites, metas y un futuro distinto”, subrayó.
Resaltó la importancia de “educar primero a los médicos y luego a la comunidad” exhibiéndole “los riesgos, cosas reales que pasan, porque si muestro la realidad se va a pensar antes de querer consumir, en cambio si le digo que no pasa nada, que es recreacional, que es medicinal, no hacemos nada”.
Asumir como enfermedad
La médica instó a tomar el tema como una enfermedad. “Cuando se deje de tomar como vicio y se lo tome como una enfermedad, las personas van a ser más sinceras”, advirtió al contar que existen subregistros sobre la problemática porque muchos no blanquean lo que les pasa.
“Tenemos mucho subregistro porque no se toma como enfermedad. Si creo que es una enfermedad puedo trabajarla, contener y resolver. Si a una neumonía le doy antibióticos o no, a esto también lo puedo tratar, pero no tenemos que dar vuelta la cara sino comprometernos todos, desde todas las áreas”, manifestó.
En este contexto, sostuvo que “esto no se corrige de arriba para abajo, sino de abajo para arriba”.
“La gente cuando llama nunca cuenta la realidad, porque se asume como vicio, o dicen que lo van a discriminar”, apuntó.
“La discriminación no tiene por qué ser, no puede una maestra mandar por WhatsApp un pedido de no se junten con tal persona porque consume drogas. No, tengo que ir y ayudarlo, ver los canales para poder contenerlo”, indicó la médica.
Consultada sobre consejos para madres y padres, dijo que primero hay que “poner límites, que hoy no existen y que son parte del amor”.
“No tienen porqué hacer previa y si lo dejo tomar, tengo que controlar la cantidad, no que entren mochilas llenas de botellas”, señaló.
Y recomendó diálogo y escucha. “A veces, tan metidos en la vóragine, no tenemos un ratito para escuchar. No importa la cantidad sino la calidad de tiempo. El amor mueve montañas”, declaró.
