Escribe: Héctor Cavagliato (radioprensatv@gmail.com)
El ya tradicional torneo anual de Los Repuesteros convocó a la grey golfística local a disputar los 18 hoyos en la modalidad fourball a la americana.
Un total de 39 parejas salieron en horario simultáneo a desandar la cancha del Villa María Golf Club y, en verdad, se lograron resultados de muy buena «procedencia».
Así fue como Eduardo Veronese en pareja con Julián Fernández ensamblaron un 61 neto que doblegó por un solo golpe la faena de Pablo Juncos y Juan José Mie en la categoría oficial mientras que Diego y Tomás Avaro, con 64, se quedaron con el segmento extraoficial que incluía un principiante y un jugador con hándicap oficial. El resto se colocó a escasa diferencia y el fin de fiesta se coronó con un agasajo a los participantes acompañados de los sponsors.
Así quedaron las principales posiciones:
Categoría oficial
Eduardo Veronese – Julián Fernández 27 34 61
Pablo Juncos – Juan José Mie 30 32 62
Alejandro Elvira – Joaquín Córdoba 31 32 663
Marcela Dellarrosa – Verónica Magnaud 33 31 64
Oscar Larghi – Claudio Martínez 31 33 64
Fernando Zóttola – Waldemar Tántera 30 34 64
Después se ubicaron Masciotta – Bachiochi, Avedano – Liwacki, Ferreyra – Maroni, Pereyra – López y Scauso Capó, todos con 65 golpes.
De los fierros a los palos: El golf no tiene límites
Bien se sabe que para la práctica del golf no hay edades, contexturas físicas y cuantas condiciones uno quiera esgrimir.
En el mundo lo practican niños, ancianos, hombres y mujeres y de todas las condiciones sociales. Muchos son seres de acomodada situación económica y otros, de recursos más austeros.
En el Villa María ha incursionado hace poco tiempo un joven de 29 años que es toda una expresión de voluntad, espíritu de superación que desafía las carencias que la vida le planteó cuando sólo tenía 10 años. Fue cuando con un grupo de amigos de la infancia hacían travesuras en las vías del ferrocarril a la altura del barrio Rivadavia. Allí, Nicolás Varas, conocido mecánico de motos y hasta a veces corredor en las dos ruedas, salvó milagrosamente su vida, pero no sus dos piernas seccionadas desde las rodillas.
Luchó con ahínco y hoy nos dice: «Soy feliz, tengo amigos y me gusta el deporte. Elegí el golf porque me da todas las posibilidades de desafiar el destino y a uno mismo. Nada es imposible».
Y allá va, caminando en la cancha montado en sus prótesis y le pega con los palos a la pelota como si nada hubiera pasado… Cada día se nace de nuevo.