Cada día del año tiene un nuevo amanecer y aunque el sol siempre es el mismo, la vida nos marca no un día menos, sino un día más que debemos agradecer por disfrutarlo, por compartirlo y por renovar los recuerdos y afectos.
Como ocurre cada 11 de septiembre, en plena madurez, los seres humanos acumulan juventudes como en las épocas de la escuela. Es la hora de evocar, recordar y compartir con los condiscípulos la grata época de la niñez y la adolescencia. Ahí están presentes, siempre, los que se grabaron en el álbum de la vida por las enseñanzas que nos legaron y también estarán los que prolongaron su existencia y disfrutan el hoy con el mismo espíritu de antaño.
Así fue, como todos los años, la celebración motorizada por Miguel Mulinetti haciendo gala de sus condiciones de «supercheff» junto a sus compañeros que cursaron y egresaron de la legendaria Escuela del Trabajo Domingo Faustino Sarmiento, acompañados de los supervivientes Alberto Campos (91) docente de taller en la especialidad Electricidad, y Aldo Tovo (79), maestro de Tornería, compartida por el autor de esta nota (79), docente de una suplencia en la década del 60, que si bien no coincidió con la época de los antes citados, sí coincidimos en el afecto diario y las inquietudes comunes de honrar la vida.
Héctor Cavagliato