El perro de una pareja fue sacrificado “por error” el pasado 9 de agosto por el Departamento de Control Animal de Tazewell, en Illinois.
El animal permanecía en cuarentena cuando un médico veterinario del lugar le aplicó la eutanasia al confundirlo con otro can.
Moses llegó al Centro de Control de Animales tras “morder accidentalmente a un trabajador que ingresó al patio de su vivienda sin anunciarse”, explicó Tony Wang, su dueño, en una publicación en redes sociales.
Según Wang, el perro “pensó que era un intruso y lo mordió en la parte inferior de una de sus piernas”. La ley determina que en estos casos los animales deben permanecer en cuarentena por 10 días para verificar que no tienen ninguna enfermedad infectocontagiosa. Moses tenía sus vacunas al día, aseguraron sus dueños.
“Ellos me aseguraron varias veces que todo estaría bien con Moses. Lo visité cada día en mi hora de almuerzo. El miércoles 8 de agosto fue el último día que lo vi”, agregó Wang en la publicación. Al día siguiente, su esposa lo llamó desesperada para contarle que su perro estaba muerto. Al llegar al lugar vio que su perro había sido sacrificado con una inyección en su corazón. El animal murió alrededor de las 5 de ese 9 de agosto. Ese día, un perro color dorado iba a ser sacrificado y en su lugar la inyección se aplicó a Moses.
Los propietarios del can aseguran que el personal de la perrera no verificó la identidad del perro antes de realizar el procedimiento.
El Departamento de Control Animal del condado de Tazewell emitió un comunicado en el que indicó que “se sacrificó por error a un perro que permanecía en nuestras instalaciones en una cuarentena de 10 días por una mordedura. El Condado de Tazewell lamenta profundamente este error y revisará sus políticas y procedimientos para evitar que esto vuelva a ocurrir”. Sin embargo, los dueños de Moses buscan justicia. Crearon una página en la plataforma GoFundMe para recaudar fondos para abrir un proceso legal en contra de la institución por negligencia.