Dos cuestiones inherentes al talento: emociona hasta las lágrimas y moviliza.
La última función del Festival Internacional de Teatro regaló una bellísima puesta de fusión entre el arte dramático y el arte circense coronada con una merecida ovación de pie.
“Barlovento” de Mar del Plata ofrendó, el lunes dentro del Salón de los Deportes, un espectáculo integral que logró generar sorpresa y admiración en los espectadores a partir de un delicado trabajo de exigencia física (en destrezas aéreas y juego de acrobacias) y de sensibilidad poética (tanto en la trama como en la preciada música original, a cargo de Juan Sardi).
Cuatro actores principales (Federico Galván, Martín Umerez, Ana Clara Manera y Juan Ignacio Rey, dirigidos por Alan Darling) interactuaron en un metafórico barco a la deriva donde cada uno parloteaba en su supuesto idioma de origen: un árabe, un italiano, un ruso y una francesa.
Con efectos sonoros alusivos a cada escena y varias pizcas de humor y ternura, la pieza devino al final en un ejercicio lúdico e inventivo donde el espectador debía completar el sentido simbólico de los pasajes teniendo en cuenta el contexto y las gestualidades.
El final fue una muestra acrobática del circo de antaño para deleite de la platea.
Juan Ramón Seia