Tanta visibilidad de la piedra en los muros de esta casa hace pensar en cuanta relación mantiene este material con el tiempo. La solidez le permite perdurar a lo largo de años y aun siglos. Pero no es una solidez inalterable: la piedra aguanta firme en el muro, pero también cambia. El tiempo es buen pintor, y le aplica a este material capas cromáticas variadas, superpuestas, inspirando texturas a artistas como Antoni Tàpies o Miquel Barceló. Y la piedra también renace, se renueva, se desnuda y hasta se exhibe, con intención estética, en fincas tradicionales reformadas de manera animosa, no convencional.
Situada en Pals, en la comarca gerundense del Baix Empordà, a diez minutos de la playa, esta casa fue construida a comienzos del siglo XX y rehabilitada por la arquitecta Glòria Duran según criterios fundamentales claros: respeto por la estructura original, alta valoración de la luz natural, dinamismo en la relación entre interior y exterior y atención especial a los materiales naturales, y a lo que cada uno de ellos representa, en la historia del hábitat humano: la piedra es sólida, la madera es cálida, el hierro es dúctil…
La rehabilitación se ha basado en la recuperación de la piedra natural, tanto en las fachadas como en el interior. Los pavimentos antiguos, los techos de viga de madera y las baldosas cerámicas (todos materiales característicos de este tipo de vivienda tradicional) también han sido restaurados. Pero el proceso de “restauración” contiene aspectos complementarios de interés, como el aislamiento de suelos y cubiertas, buscando sostenibilidad y confort. Las carpinterías maltrechas fueron sustituidas por otras nuevas, con vidrio doble y otros elementos para reforzar el aislamiento térmico, y un sistema de placas solares produce agua caliente.
La intervención ha operado en el plano redistributivo a través del derribo de piezas adosadas al patio, permitiendo la reorganización de los espacios de más calidad a su alrededor. En la planta baja, el patio atrae como un imán ya desde la entrada, ejerciendo un protagonismo tanto exterior como interior. A medida que avanzamos, la visión del patio se amplía, en el marco de una hermosa volta catalana. Y, al entrar en la cocina-office el patio continúa visible a través de grandes cristaleras. El pavimento de hormigón de esta zona da paso al suelo de madera del comedor y, en el medio, una chimenea (diseño del propio estudio), con campana y mueble de hierro barnizado.
En la planta alta, una majestuosa galería de arcos (con suelo de toba manual) se abre al patio e ilumina profusamente las estancias. El recuperado pavimento de baldosas hidráulicas decora con su elegante simplicidad la suite principal y las habitaciones. En el exterior, bajo unas arcadas y sobre una tarima de madera de ipé, los dueños de casa disponen de un comedor de verano, con una barbacoa de hierro y una buganvilla que no para de florecer. Y un ciprés en el jardín, con piscina y una salida de agua a la manera de una escueta cascada. El interiorismo casi enteramente blanco y contemporáneo contribuye a la nueva vida de la vieja piedra. El tiempo transcurre con limpidez en estos ámbitos.