La obra, que ganó un premio otorgado por la Agencia Córdoba Cultura, cuenta con un destacado elenco
Un autor más que reconocido, una obra compacta con trama atractiva, altas dosis de comicidad y rápidamente identificable por parte del público, junto a un joven elenco realmente sobresaliente.
Esas serían las cualidades visibles del reciente estreno de “La isla desierta”, de Roberto Arlt, a cargo del Teatro Estable Villa María, en El Globo Rojo, con dirección de Javier González.
La compañía, que en este caso se desplazó de las anteriores piezas con abultados elencos y de larga duración, resuelve plasmar una comedia para nada pasatista.
Su argumento, el que sostiene buena parte de la visceral obra arltiana, es el grito de libertad que intenta desequilibrar el automatismo y la reproducción mecanicista y monótona que propone la sociedad capitalista. En el medio de una oficina, cuyo ventanal da hacia el mar, un empleado desea con todas sus fuerzas despojarse de todo y salir a vivir, a secas. En esa revelación, Cipriano, el maestranza del lugar irrumpe para contar sus hazañas de ultramar por las cuales logró conocer una isla paradisíaca, donde no rigen demasiadas reglas, se eliminan impuestos y abunda el amor libre.
Los oficinistas, extasiados por la narrativa apasionante de la fantasía idílica, convierten el espacio en un verdadero acto tribal, hasta la llegada del “jefe”.
La obra, que obtuvo el premio a la creación y producción teatral 2016 de la Agencia Córdoba Cultura, cuenta con las destacadas actuaciones de Victoria Fernández (remplaza María Paula Pesce), Gabriel Alejandro Di Gregorio, Maximiliano Sánchez, Nicolás Funoy, Nicolás De Mingo y Darío Joaquín Rodas, quien deslumbra con su desparpajo y manejo de escenario en la piel de Cipriano.
Juan Ramón Seia