LIGA VILLAMARIENSE – Apertura – Penúltima fecha – Interzonal A y B
Atlético Ticino goleó en su casa 3-0 a Alem, pero por la victoria de Rivadavia, quedó sin chances de clasificar. En tanto, el León aún mantiene una posibilidad de avanzar a los cuartos
Escribe: Daniel Rodríguez
Fotos: Osvaldo Carballo
Un vendaval de fútbol: eso fue Atlético Ticino durante la tarde de ayer. Y con su juego, el local, desbordó a Alem de Villa Nueva. Ambos equipos, con la necesidad de ganar, se encontraban para disputar algo más que tres puntos: la chance de asegurar su clasificación.
Ya desde el inicio, cuando iban segundos, la visita abrió juego con una pelota filtrada por Adrián Vega en donde Gustavo Cerutti y Luis Demichelis casi llegan a empalmar un remate de puertas al área rival. Alem comenzaba a jugar e intentaba hacerse ancho en tierras ajenas. Pero poco le duró. Es que tras acomodarse en pocos minutos, los dirigidos por Germán Vicario comenzaron a asociarse y hacer por demás ajetreada la tarde de Leonardo Morales, arquero “tricolor”.
En Ticino, Cristian Fernández, delantero que se destacó por su juego, a los 4 minutos se perdió una chance inmejorable al tirarla demasiado esquinada cuando tuvo al portero rival en frente. Más tarde, Juan Bianchi también probó suerte desde treinta metros y el balón también se fue elevado.
Los dirigidos por Cristian Agosto intentaban responder y su capacidad creadora estaba en los pies de Ricardo Juárez. El “Ricki” se movía entre los defensores centrales que intentaban en vano contenerlo. Luego, con el correr de los minutos, los visitantes respondieron tímidamente, pero el mediocampo tuvo poca acción y los jugadores no pudieron conectar una idea de juego concreta.
Para colmo de males, a los 30’ Joel Manzanares tuvo que ser sustituido por Martín Fava al sufrir un golpe en un hombro tras una caída. De manera totalmente opuesta, el “rojiblanco” se presentaba fluido en el medio campo; Bianchi, Agustín Ostera y Fernández unían fuerzas y las posibilidades aparecían. Ni hablar de cada jugada de pelota parada, en las que los dueños de casa aprovechaban su altura y allí apostaban todas sus fichas.
Un ojo en cada cancha
Las conexiones del anfitrión y su sistema de juego comenzaban a incomodar cada vez más la última línea rival. Así fue entonces que a los 32 minutos, tras un tiro libro obtenido en tres cuartos de cancha, el propio Cristian Fernández metió un centro quirúrgico que cayó sobre la cabeza de Matías Bendazzi (siempre en posición de 9) para que éste, frentazo de por medio, estampara la pelota contra un palo, haciendo inútil la volada de Morales. El marcador se abrió y la gente de Ticino llenó su boca gol. De igual manera, en medio de la alegría, un murmullo invadía la platea: todos querían saber como iban Alumni y Rivadavia (su suerte también dependía de ese encuentro).
El gol cayó como un balde de agua fría en los villanovenses y, si bien, intentaron salir del fondo, no pudieron. Los anhelos del León por empardar la situación se vieron más frustrados aún cuando Delmo Bechero controló la pelota en una contra e hilvanó una corrida magistral, habilitando con un centro atrás a Bendazzi, quien la bajó para que Javier Bergese, que venía corriendo como una tromba, le pegará desde afuera del área e hiciera temblar los piolines. Golazo. El local estiraba la ventaja y lo hacía nada más y nada menos que con un gol exquisito.
Ampliando la ventaja
Ya en la segunda etapa el semblante de Alem parecía ser otro. Juárez fue sustituido por Pereyra y la visita intentó jugar por abajo, ya que los pelotazos por elevación no le convenían por cuestiones físicas. Lo intentó, pero no pudo: fue victima de su nerviosismo.
El Atlético seguía teniendo el control y se acercaba cada vez más a la línea de gol. Si hasta el mismo Morales tapó varias pelotas que podrían haber hecho mucho más abultada la derrota; vale la pena mencionar un mano a mano a los 28’, dónde el portero le detuvo un disparo a Monje luego de una excelente habilitación de Fernández. Minutos antes, el mismo Monje había cabeceado un centro pasado que se fue muy cerquita del segundo palo.
De igual manera, el deseo de hacer más amplia la ventaja se convirtió en una realidad. Cuando el recién ingresado Jorge Martino la tomó en el balcón del área (la medialuna) e ingresó a pura gambeta dejando desparramado a todo el fondo “tricolor”; ya mano a mano frente al portero disparó hacia la derecha (a media altura) y marcó el tanto que convirtió la victoria en goleada. La historia ya estaba sentenciada: iban 30 minutos y todos ya sabían, por más que le dolería o los alegrara, que salvo un milagro, nada cambiaría.
De esta manera el resto del cotejo fue un trámite. Alem, con amor propio, más las subidas de Berterame y varios centros enviados al vacío, trataba de incomodar a un Alejandro Carnino que tuvo una tarde por demás cómoda bajo sus tres palos. Sólo quedó tiempo para que Gustavo Cerutti golpeara de manera indiscriminada al juvenil Lucas Favalli (de 16 años) y viera la segunda amarilla. El propio Favalli, minutos mas tarde, casi termina convirtiendo el cuarto tanto tras una jugada asociada con Bergese.
Ticino ganaba y al mismo tiempo se enteraba que se quedaba sin posibilidades matemáticas. Con una primera rueda floja veía hoy truncas sus chances. De igual manera dejaba una buena imagen ante su gente. En tanto, en el banco de suplentes de Alem reinaba la desazón. Una bronca que puede tener un poco de sosiego al saber que se enciende una luz de esperanza: San Lorenzo le ganó a 9 de Julio en la agonía del partido y ahora deberá medir fuerzas, nada más y nada menos, que con Colón para obtener la brújula que necesita.
El árbitro
Lucio Gresana
Regular. Detuvo mucho el partido e hizo que comience a ensuciarse. Mal en la primera amarilla a Cerutti, bien en la segunda. De igual manera, mantuvo, en cierta forma, el control del cotejo.
La figura
Cristian Fernández
El delantero albirrojo volvió loca a la defensa de Alem. Picó, asistió y se mostró siempre como una posibilidad de juego, ya que ayudaba en la recuperación. Fue decisivo con pelota parada. En el primer tiempo, Juárez se había destacado en el Tricolor, cuando los goles no llegaban.