Hubo 81 proyectos de escuelas de la ciudad, la región y hasta de otros departamentos. Participaron los tres niveles y se ofrecieron detalladas explicaciones de los más variados temas
Cada grupo investigó lo que le pareció curioso del patio de su escuela, lo que le generó dudas en las calles de su barrio, los animales, insectos o vegetación de su zona, para darle forma a la edición 49 de la Feria de Ciencias y Tecnología en su instancia zonal, que se llevó a cabo ayer en las instalaciones del Centro Cultural Leonardo Favio y la Medioteca.
Fueron 81 los proyectos que se exhibieron de escuelas de la ciudad, Villa Nueva, la región y de los departamentos Unión Marcos Juárez y San Justo, tanto en Nivel Inicial, primario como secundario.
Este evento muestra cómo los alumnos se hacen permeables a su contexto y se motivan para alcanzar la meta de disipar sus hipótesis, representando todo eso en el gran entusiasmo con el que describieron sus investigaciones a lo largo de la jornada y por la gran variedad de temáticas que se observaron de quienes estuvieron representando a los distintos niveles de enseñanza del sistema educativo y sus diversas modalidades, tales como contexto de encierro, rural y especial.
Por ejemplo, los alumnos de quinto grado de la Escuela José Bianco, que estuvieron representados por Alexis Pesci y Valentino Marcos, pusieron sus ojos sobre “conflictos sociales y los derechos”.
“El problema que planteamos es cuándo un derecho constitucional desencadena en un conflicto social y la hipótesis era que pasa cuando un grupo de personas quiere cumplir sus derechos, pero a la vez impide los derechos de los demás, y fue lo que comprobamos”, contaron.
Los pequeños remarcaron que para llegar a las conclusiones “buscamos noticias sobre paros, protestas, hicimos encuestas y nos dio una charla informativa sobre los artículos 14 y 14 bis la doctora Mónica Duarte”, al tiempo que destacaron que “nos interesó el tema porque es algo que pasa muy seguido en nuestro país”.
Algunos metros más allá estuvieron Michael Semprini y Milagros Funes, alumnos de sexto grado del colegio Malvinas Argentinas de Etruria, quienes pusieron en su voz el trabajo que hicieron junto a sus compañeros
sobre por qué sigue habiendo mosquitos en el pueblo en invierno. “Averiguamos sobre los mosquitos y pudimos entender que aún están por las abundantes lluvias y porque el mosquito del invierno no es el mismo que el del verano, este es resistente al frío”, concluyeron.
La inquietud de los estudiantes de cuarto grado del República del Paraguay sobre la sal nació a través de los trabajos con los mapas. En su colorido stand, Martina Bernadó y Fiorela Clausen recordaron que “a principios de año empezamos a ver las regiones geográficas de Córdoba y vimos que en el mapa había una manchita blanca y queríamos saber qué era y qué había ahí”.
“Nos pusimos a investigar y descubrimos que es la región de la salina, entonces queríamos saber si de ahí se extraía la sal y cómo se hacía, si del suelo o de una planta”, explicaron sobre las dudas que tenían y agregaron que “pensamos que era de una planta, pero descubrimos que se extrae del suelo, de una roca mineral”.
En Sanabria, los niños de la Escuela José de San Martín notaron que en el lugar, en determinada época del año, había una importante presencia de chinches verdes y decidieron averiguar por qué. Federico Gutiérrez Ramos y Lautaro Benítez dijeron que “nos atrajo el insecto, el olor y porque en otoño hay muchas en el pueblo”.
“Supimos que es porque es época de cosecha, porque hay humedad. Miramos la chinche por microscopio, tiene dos antenas, seis patas y alas transparentes. Nos gusta hacer esto porque fue diferente a lo que hacemos en el aula siempre”, ponderaron.
Los más grandes
Mientras los evaluadores recorrían la Medioteca, donde expuso el Nivel Medio, para elegir las que consideren las propuestas adecuadas para presentarse en la instancia zonal, un grupo de alumnos se ganó la atención de muchos niños.
Era el stand de la Escuela PROA, que comenzó a funcionar este año en el predio de la UTN, donde los estudiantes de primer año mostraban el brazo robótico hidráulico que crearon.
Karen Gamba y Elías Dalmasso detallaron que se propusieron hacer uno, más allá de que “era un poquito complicado”, y que el trabajo les llevó un par de meses.
“Funciona con palancas que tienen mangueras enchufadas a distintas jeringas con agua que hace cada una un movimiento. Se mueve para los lados, baja y sube y el agarre. En segundo o tercer año tenemos pensado hacerlo de nuevo, pero programarlo con la computadora para que el movimiento de las palancas no sea manual”, apuntaron mientras hacían que el aparato agarrara una pequeña caja, demostrando la funcionalidad.
Algunos otros proyectos nacieron a partir de necesidades, como en el caso de uno de los que mostró el IPET 49, ex-Escuela del Trabajo. Alumnos de quinto y sexto año, representados por Lucas Delfino y Fabricio Barcelo, contaron a EL DIARIO que “en el aula-taller hay muchas sobras de cables, rezagos que con el tiempo fueron ocupando mucho espacio y no eran aprovechados”.
Por eso, “empezamos a pensar en cómo reutilizar esos elementos para obtener un beneficio”, mencionaron sobre su investigación. “Se tiraron varias ideas, como quemarlo, pero la descartamos por el tema del medioambiente y tampoco lo de enterrarlos por el mismo tema”, subrayaron.
Luego de probar quitar el aislante de forma manual, lo cual no sirvió porque “al ser tanta la cantidad, lleva mucho tiempo y mucho desgaste”, es que “finalmente decidimos crear una máquina que permita filetear para sacar el aislante y la construimos”.
Mientras mostraban cómo funciona el invento, destacaron que a la parte del aislante la van a reutilizar en el proyecto de los pisos de tapitas que la escuela lleva adelante y al cobre venderlo o cambiarlo por materiales que les hagan falta.