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Una experiencia inolvidable

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Una experiencia inolvidable

EL DIARIO EN RUSIA

Escribe: Gabriel Márquez
Especial para EL DIARIO

La fila para atravesar controles en el aeropuerto Domenodovo, el principal de Moscú, tiene a más de un centenar de camisetas albicelestes. Muchos de los fanáticos regresan de Kazán y se preparan para afrontar la última parte de la copa del mundo sin Argentina. Otros realizan los trámites de rigor para dejar este país y emprender el largo camino a casa, un poco antes de lo esperado, con la desilusión deportiva a cuestas pero con la felicidad de haber vivido una experiencia inolvidable.

En Bronnitsy en tanto los últimos representantes de la selección argentina abandonan el fabuloso complejo que les sirvió de alojamiento. El presidente de AFA Claudio Tapia y el entrenador Jorge Sampaoli permanecen aquí, tratando de resolver el futuro, propio y del combinado nacional.

Sorprendidos y felices por haber eliminado a España, los ciudadanos rusos se volcaron, por un rato, a las calles a celebrar. Hubo caravanas de automóviles y las banderas de la federación Rusa coparon el centro de Moscú. En Nizhni los hinchas argentinos volvieron a dar la nota, muchos tenían entradas porque era el destino de Argentina si resultaba primera de grupo, y en el medio de Croacia vs.  Dinamarca arremetieron con el clásico “soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar”.

Este lunes fue tiempo de los hinchas brasileños, japoneses, mexicanos y belgas, todos más allá de los resultados celebrando el evento.

Se extrañará, sin duda alguna, el color aportado a esta Copa del mundo por los hinchas de nuestro país. Quedarán como huella imborrable las multitudinarias celebraciones en las extensas escaleras del metro moscovita, los banderazos en el centro, «las invasiones» a las ciudades que recibieron a la selección. Con conducta ejemplar, salvo algunas excepciones ampliamente difundidas en los medios de comunicación, el hincha argentino hizo de esta una experiencia única.

Rusia ha sido una anfitriona extraordinaria. Nos ha permitido disfrutar de sus ciudades únicas, con una organización aceitada al extremo, un operativo de seguridad infalible y con su gente, con fama de fríos y poco comunicativos, haciendo un enorme esfuerzo para colaborar y sumar en esta movida deportiva formidable.

Vivir un mundial es una experiencia que no debería perderse ningún amante del deporte. En muchos casos para comprender que se trata solo de un juego y que perfectamente se puede convivir en una grada, sin resignar aliento ni pasión, y respetando a los ocasionales adversarios.

La selección regresa a casa. Será tiempo de seguir con atención la continuidad de la copa del mundo a través de la televisión y repasarla con lujo de detalles en nuestro suplemento especial de cada día.

Quien escribe también abandona este maravilloso país, muy feliz de haber podido compartir con ustedes esta experiencia mundialista a través de este medio tan prestigioso. Ha sido un enorme gusto.

Hasta la próxima cita.