INVENTARIO/Bolivia / La Paz
Enclavada a 3.600 metros sobre el nivel del mar, la mayor urbe del vecino país es un canto a lo sui generis. Patrimonio arquitectónico, soberbios espacios públicos, costumbres andinas y espectaculares miradores completan parte de la propuesta.
Escribe Pepo Garay
ESPECIAL PARA EL DIARIO
1) Avenida única en el mundo: poner pie en La Paz es un festín para los sentidos. Una mixtura de postales urbanas y antropológicas que se funden virtuosas en la principal avenida local. Unica en el mundo, la arteria va bajando desde la terminal de buses y cambiando de nombre varias veces, zigzagueando, ofreciendo a diestra y siniestra costumbres milenarias.
Entre lo moderno y lo colonial, la altura (que puede llegar a marear: son 3.600 metros sobre el nivel del mar, nada menos) y el movimiento vital y colorido, la calle convida con grandes edificios y antiguos tesoros arquitectónicos.
En el medio, señoras de bombín y polleras, hombres de rasgos marcadamente indígenas, un hormiguero de pequeños buses que buscan desordenados y a los gritos mil rincones, y cultura andina en general, terminan de conformar un cóctel definitivamente sui generis. Potente y seductora es la pintura, muy movida y auténtica en la zona de Mariscal Santa Cruz, y más elegante y tranquila en Paseo El Prado (donde la avenida se llama 16 de Julio).
2) Patrimonio arquitectónico: copioso es el patrimonio arquitectónico de esta ciudad atrapante, que luce su estatus de sede de Gobierno fundamentalmente en la Plaza Murillo (pequeña, al entender del viajero meticuloso es una de las más bellas de Sudamérica). La explanada, con su fuente y estatuas de aires europeos y su aura latinoamericana, está rodeada de edificios ilustres y hermosos como el Palacio del Quemado (o Palacio de Gobierno), el Palacio Legislativo y la Catedral Metropolitana.
De seguir hablando de iglesias, imposible no hacer referencia a las de San Sebastián, La Recoleta, Santo Domingo, Compañía de Jesús, San Pedro, San Agustín y San Francisco. Esta última, barroca y colonial como pocas en el continente, es de los grandes emblemas paceños.
Otro referentes son el edificio municipal, el Teatro Alberto Saavedra Pérez y el Templete semisubterráneo.Ubicado frente al conocido Estadio Hernando Siles (el de tantas polémicas por los partidos “en la altura”), el lugar es una representación de los templetes erigidos por la ancestral cultura tiwanaku.
3) Callecitas y mercados: lindero a la plaza de los Héroes, la iglesia de San Francisco y la avenida; las callecitas de la zona de El Rosario se olvidan un poco del tráfico intenso y dan mayores privilegios a los peatones. Así, las pintas de siglos idos y el sentir de barrio se pueden experimentar con mayor vigor.
En esa línea, la cultura local florece en calles Sagárnaga y “De las Brujas”. Ambas arterias son virtuales mercados al aire libre, repletas de productos típicos, artesanías (sobresalen las cerámicas y las prendas hechas con lana de alpaca) y mucha sabia quechua y aimara (hasta se escucha a locales hablando ambos idiomas nativos).
4) Panorámicas desde arriba: sin dudas, unas de las imágenes más representativas de La Paz son las que se obtienen “desde arriba”. Allí, se puede apreciar en modo full la singular figura urbana del municipio, enclavado en un gigante pozo entre los cerros. Alfombra notable, con sus edificios, casas y ranchos, que se despliega imprudente e hipnótica con complicidad de las quebradas.
La foto mejor se puede sacar en miradores como Killi Killi, J’acha Kollo (donde suelen realizarse ceremonias ancestrales), J’acha Apache, el del Parque de Sopocachi, el del Parque Metropolitano Laikakota y el Sallahumani (en la zona de El Alto, municipio pegado a La Paz)
También regala vistas espectaculares el paseo en los funiculares locales, el sistema de transporte público en su tipo más extenso del mundo (30 kilómetros que conectan, por caso, el centro de La Paz y El Alto salvando una altura de 400 metros: de los 3.600 a los 4.000).
5) Alrededores de fuste: ni bien el viajero deja atrás el mapa de La Paz, comienzan a surgir una cantidad de sitios naturales que hablan del poder de la Cordillera de Los Andes. Sobrecogedores sitios como el Valle de La Luna, el Cañón de Palca, la montaña nevada de Chacaltaya (5.300 metros de altura), la Muela del Diablo y el Valle de las ánimas (con rocas gigantes que señalan al cielo en forma de punzantes agujas), son algunas de ellas.
En términos culturales, destacan el sitio sagrado de Tiwanaku y la localidad de Coroico (con su “camino de la muerte”, entre espeluznantes precipicios).