La impronta del entrenador Carlos Trullet (66 años, foto), quien hará el rol de ayudante y asesor en el nuevo cuerpo técnico “fortinero”, no pasó desapercibida ayer en su primer contacto con los directivos y los jugadores, acompañando a su hijo Lautaro, quien ayer asumió como nuevo entrenador de Alumni.

Por lo que, con su vasta trayectoria y ascenso en sus espaldas, dejó sus impresiones sobre este nuevo desafío acompañando a su hijo en la conferencia de prensa que se realizó en el municipio.

En primer turno agradeció “la calidez con que nos han recibido” y a continuación reconoció estar “muy entusiasmado y, en lo particular, como si recién empezara, tal vez por una cuestión de sangre, queriendo que las cosas le vayan bien a Lautaro”.

“Para eso, vengo a poner lo mejor y lo mejor que tengo es lo que acumulé con estos ojos durante los 55 años de trabajo, para equivocarme lo menos posible”, explicó y agregó que “no hay formulas mágicas para lograr objetivos porque esto nunca deja de ser un juego, pero sí a los mejor cuento con la experiencia necesaria para achicar el margen del error”.

“Tenemos que ponernos una vara alta y hacer todos los esfuerzos necesarios para este año volver a estar en el Argentino A”, subrayó y describió que “los objetivos tienen que ser inmediatos y cortos para poder cumplirlos, pero sinceramente tengo una linda ilusión y vamos a trabajar en función de eso”.

“¿Qué puedo aportarle a Lautaro? La palabra tranquilizadora, pero también la discusión. Cuando arranqué de ayudante de campo de Humberto Zucarelli tuve hasta 15 días sin dirigirnos la palabra por discusiones futbolísticas, así que cada discusión la vamos discutir, si me tengo que enojar, lo voy a hacer y si me tiene que rajar, me rajará. Esto es así”, redondeó.