Todos merecen una segunda oportunidad. Los proteccionistas de la ciudad desde hace algún tiempo vienen realizando un trabajo ejemplar, brindando una nueva vida a animales que han sido abandonados y maltratados por sus dueños. Perros que han superado un triste y doloroso pasado gracias al amor y cuidado de nuevos dueños.
Los protagonistas de estas historias son dos canes llamados Clarita y Chucky.
Clarita
Esta triste historia con final feliz comenzó hace unos meses cuando Katy salió de su trabajo. Fue en ese momento cuando escuchó los aullidos de varios perros en una vereda cercana. Como buena amante de los animales, se aproximó al lugar, preocupada por saber si necesitaban ayuda, y así era: “A Clarita la encontré en celo en la puerta de la pinturería Corvim. Tenía muchos perros alrededor peleándose y ella estaba muy asustada. Logré agarrarla y me di cuenta de que estaba en celo, por eso tanto lío de los otros perros. La saqué de ahí y pude llevarla a una veterinaria, donde se la castró”.
Desde ese momento, esta simpática perrita está en un hogar que se ofreció a cuidarla un tiempo: “Desde entonces está en un provisorio que me brindó Graciela Manfredi. Gracias a ella, no deambula por las calles, es una perrita que se nota que ha tenido dueño porque es muy temerosa y educada. Es ideal para los niños, es simpática y cariñosa y me urge conseguirle el hogar que se merece, ya ha sufrido bastante el desamor y el abandono”.
Hasta ahora, nadie la ha reclamado ni ha querido adoptarla: “Está castrada, es supercariñosa y obediente. ¡Ella sigue a la espera del milagro!”, contó Katy.
Chucky
El viejo Chucky siempre iba a comer bizcochos que le daban los albañiles en una obra en construcción. Un día uno de ellos advirtió que el perro estaba inmóvil, tirado en el piso, sin reacción. Inmediatamente le dio aviso a la proteccionista Luciana Faró, que lo llevó al veterinario: su diagnóstico fue moquillo.
“Posteriormente, Luciana nos convocó para formar un equipo y así poder brindarle atención personalizada en un provisorio que gentilmente ofreció Silvana Deheza”, expresó Katy, y detalló: “Lo asistimos, además de suministrarle alimentos, medicamentos, cambio de pañales y muchos cuidados”.
De a poco, con el trabajo de las proteccionistas, paciencia y muchas ganas de vivir, Chucky mostró diariamente una mejoría, “hasta que finalmente volvió a caminar. Después de un largo tratamiento y cuidados intensivos, volvió a caminar y está totalmente recuperado”.
Al igual que Clarita, lo único que le falta para ser completamente feliz es un hogar que lo adopte: “Alguien que lo quiera y le brinde una segunda oportunidad”.
Ambos están a la espera de una familia que los adopte para que una luz vuelva a brillar en sus ojos.