Cuidar y proteger al medio ambiente en el presente para preservar la supervivencia de generaciones futuras ya no es una tendencia, sino una necesidad. Para cumplir con esa norma, la construcción de casas pasivas puede ser el camino.
Son viviendas que aprovechan al máximo las clases y tipos de climas de cada región para minimizar el impacto que producen los sistemas convencionales de calefacción y refrigeración. La idea es potenciar con materiales, diseño y arquitectura el concepto de un nuevo hogar que esté en armonía con su entorno natural.
Se trata de un concepto de diseño que nació a fines de la década del 70 en los Estados Unidos y rápidamente se propagó a toda Europa, principalmente en los países más fríos, teniendo como referente y a la vanguardia a Alemania en el viejo continente. En 1979 se publicó el libro “Passive Solar Energy Book” una especie de Manual de Aplicación que recoge las experiencias de viviendas que minimizan el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración aprovechando las condiciones climáticas y de asoleamiento de cada sitio.
En la misma época el Departamento de Energía de EE.UU., con el fin de difundir entre la comunidad de arquitectos de este país un modo diferente de concebir una vivienda teniendo en cuenta cuatro factores principales: temperatura, soleamiento, humedad y viento, financió la edición de una guía de diseño de casas pasivas para cada clima del país. El estudio utilizó una metodología simple llamada diseño pasivo, que propone consignas para seguir tales como: el clima y confort de su casa, como definir su clima, inconvenientes climáticos, ventajas climáticas, ¿cuál es su condición climática básica? y ¿cómo diseñaría usted para este clima?, entre otros parámetros.
Estándar Passivhaus
Nació en Europa Central en 1988 como un estándar para la construcción de viviendas eficientes luego de una reunión entre dos profesores de edificación y medio ambiente. Se basa en la edificación de construcciones que cuenten con gran aislamiento térmico, un riguroso control de infiltraciones y una gran calidad del aire interior, además de aprovechar la energía del sol para una mejor climatización, reduciendo el consumo energético al 70% (sobre las construcciones convencionales). Fue desarrollado a partir de numerosas investigaciones, con el financiamiento del estado alemán. Desde la primera certificación en 1990, en Alemania existen viviendas por toda Europa e inclusive en Estados Unidos, certificadas y auditadas por este riguroso sistema que mide la eficiencia en consumo de energía.
La clave: el aislamiento térmico
De todos los conceptos trabajados se concluyó que este punto es el más importante para lograr una casa pasiva. Ya sea en la montaña o en el desierto, el aislamiento juega un papel fundamental a la hora del consumir energía y por eso la utilización de materiales con mayor eficiencia de aislación darán como resultado una vivienda más eficiente en cualquier tipo de clima.
El rol de la madera en el aislamiento
Un estudio realizado por el Instituto de Biomecánica de Valencia (España) afirma que las características térmicas de la madera consiguen crear ambientes templados: cálidos en invierno y más frescos en verano. Esto se traduce en que las propiedades térmicas y acústicas de la madera mejoran la calidad de vida de las personas que habitan la casa, ayudando además a purificar el ambiente y mantener un grado de humedad óptimo en una vivienda. La conclusión es impresionante: en promedio una pared de madera es 15 veces más eficiente que un muro de hormigón clásico, siendo este material fundamental para construir tanto en climas cálidos como en templados o fríos.
A tener en cuenta
A continuación, un repaso de algunos conceptos fundamentales para diseñar una casa pasiva:
-Mejor aislamiento térmico: con materiales eficientes, en ocasiones ancestrales como los distintos tipos de maderas, y revistiendo con los materiales de aislación más innovadores y eficientes.
-Cerramientos eficientes: a mayor hermetismo, menor pérdida energética, lo que ayuda a reducir las pérdidas de calor en las noches invernales.
-Permitir la entrada del sol invernal, con la orientación y el diseño de las aperturas y cornisas que bloquean el sol vertical y dejan pasar el sol invernal, más horizontal.
-Bloquear el sol de verano o mediodía (vertical) usando protecciones solares fijas, móviles y/o naturales (por ejemplo, una arboleda caducifolia, que pierde las hojas en invierno, dejando pasar el sol, y las recupera en primavera).
-Evitar la sombra de otros edificios, accidentes geográficos o una mala orientación.
-Tratar de evitar sistemas de calefacción y aire acondicionado.
-Instalar renovables: paneles solares térmicos y fotovoltaicos para agua sanitaria y consumo eléctrico, así como pequeños molinos eólicos o incluso pequeñas estaciones hidroeléctricas cuando se disponga de un pequeño curso de agua.
-Aumentar el espesor térmico en fachadas y azoteas, optando cuando sea posible (y económicamente viable) por jardines verticales y horizontales con especies que requieran poco mantenimiento.
-Iluminación artificial de bajo consumo y maximización del uso de luz natural.
-Experimentar: autogestión de aguas grises, muros de agua, captadores de viento, superaislamientos o multiplicadores de la ventilación (patios interiores y torres de viento).
-Integrar la inmediatez natural (o crearla) para que la casa se comporte como parte de un complejo ecosistema.
El material del siglo XXI
Es indiscutible que el mundo camina hacia el uso de los recursos naturales cada vez más sostenibles para garantizar a las futuras generaciones, gozar de los mismos recursos que se disponen hoy en día. En ese sentido, la madera no sólo contribuye a brindar eficiencia térmica, ahorrando energías renovables y no renovables, sino que además, desde el árbol hasta convertirse en un producto maderero, presta un servicio ambiental a toda la humanidad, produciendo oxígeno y secuestrando dióxido de carbono que queda almacenado en cada producto, ya sean bastidores, tablas o machimbre, por mencionar a algunos.
La madera además es el único material de la construcción renovable que es reciclable y reutilizable y el uso de energía para producirlo es infinitamente inferior al del acero, ladrillos o cemento. Por todo esto, estos modernos conceptos constructivos como el desarrollo de casas pasivas y la bioconstrucción tienen a este material como el principal en todas sus edificaciones.