Ha salido a la venta el libro «Los Corredores de la memoria. Del Campo de la Ribera a los Juicios» de Susana Leda Barco.
Así lo anunció la autora, quien se desempeñara como docente en nuestra ciudad hasta que fue detenida durante la dictadura cívico-militar surgida en 1976.
El libro, que publicó el sello universitario local Eduvim, “ha sido un largo parto y tenerlo en las manos me ha conmovido hondamente”, evocó Barco, quien hoy está radicada en el sur del país.
“Mi padre, muy kantiano él, me decía siempre: lo que tiene que ser hecho, se hace, no importa cuánto cueste. ¡Y vaya si ha costado! Pero esta memoria ya no me pertenece, es parte de la memoria de todos y por tanto, de la sociedad también. Los estudiantes -que en algún testimonio de los múltiples que a lo largo de los años di, y en los que a veces leí algunos párrafos-, muchas veces me dijeron que debía publicar estas memorias. También cumplo ese mandato como militante de la memoria que soy. Si sirve para cimentar memoria, para que nunca más ninguno de estos horrores se repita, habrá cumplido con su objetivo”.
La presentación formal del texto se concretaría en los próximos meses.
Cabe mencionar que el año pasado, en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Córdoba, Barco contó cómo fue secuestrada en 1977 y mantenida en cautiverio hasta 1980.
“Mire, no siento odio. Para odiar hay que gastar tiempo, energía y la vida. Y nuestra vida no merece ser gastada en eso. Yo lo único que siento es desprecio, porque ofendieron la condición humana. La degradaron”, dijo ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 Susana Leda Barco, profesora de Ciencias de la Educación y Filosofía que fue arrancada de su casa en nuestra ciudad, de su cama y de su familia, la mañana del 4 de octubre de 1977.
Vivía con su esposo y sus hijos, Fernando (de 12 años) y María Laura (de 8), cuando golpearon a su puerta: “Eran las seis y media de la mañana. Dijeron que eran del Tercer Cuerpo de Ejército. ‘Momento, que me pongo una bata’, contesté y mi marido me acompañó y abrimos. Eran cuatro. Uno de ellos dijo ser el capitán Wenceslao Claro. Me dijeron que me iban a llevar para hacerme unas preguntas. Hasta trajeron a dos vecinos para que firmaran un acta que, muchos años después, supe que decía que me llevaban para interrogar. Pedí que me dejaran despedirme de mis hijos. María Laura era chiquita y estaba asustada. Ambas recordamos que le dije que se portara bien y que hiciera sus tareas. Y mi hijo me preguntó por qué me llevaban, y le dije que para hacerme unas preguntas. ‘¿Y volvés rápido?’ Le dije que sí. Pero volví 3 años y 23 días después”.
Hasta el 27 de octubre de 1980, cuando la liberaron en Devoto, Susana pasó por comisarías, un campo de concentración y la cárcel UP1, donde habían torturado y asesinado a 31 presos políticos en 1976.
En su declaración también dijo que “supe que mi marido me buscó, que estuvo a las puertas del Campo de La Ribera. Le dijeron que se fuera a punta de arma. Poco después me llevaron a un interrogatorio y me dieron una declaración para que firme. Y maestra, al fin, corregí los errores de ortografía. Me preguntaron para qué lo hacía. Y yo les dije: ‘Ya que accedo a firmar, corrijo’”.