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Una vida en escena

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Una vida en escena
El unipersonal tuvo muy poco público: no llegó a 200 espectadores
El unipersonal tuvo muy poco público: no llegó a 200 espectadores
El unipersonal tuvo muy poco público: no llegó a 200 espectadores

La reconocida actriz Mercedes Morán decidió saltar una difícil barrera: ficcionalizar su propia vida, desnudando aspectos íntimos mechados con anecdotarios de infancia y juventud junto a simpáticas revelaciones de adultez, y así y todo salir airosa.

Sin haber transitado una vida categóricamente extraordinaria, logró encontrar facetas propias dignas de ser teatralizadas con un evidente lazo empático con mujeres de su misma generación y oriundas del interior del país. Nacida en una familia peronista en plena “resistencia”, en un pequeño pueblo de San Luis, siendo alumna de una escuela rural donde su madre fue docente y directora, además de ser devota y temerosa a la vez de Dios, pasó a ser una ciudadana porteña, media pupila en una escuela de monjas, más luego atea (para terminar en budista), revolucionaria en los 70, madre joven y separada en varias ocasiones y finalmente destacada artista de grandes marquesinas.

Regalando exquisitos trazos de humor y emociones desbordantes, y aprovechando todos sus recursos escénicos, logró arrancar carcajadas interpretando a sus familiares (como su puteadora tía Mirta, de la que se cree deudora de los insultos de sus personajes) y también lágrimas cuando recuerda a su padre desvanecerse en un geriátrico. En el último tramo se permite reírse de ser una madre menopáusica con una nueva hija adolescente y disfrutar del sexo, sin “las ganas locas”, entre los “calores” de la edad.

Juan Ramón Seia