En el último año, de los 1.200 partos realizados en el Hospital Pasteur, 120 fueron de mamás adolescentes. Las estadísticas y el testimonio de dos jóvenes que decidieron hacer frente a su nueva condición de jóvenes mamás
Escriben:
Tomás Bisego y Facundo Granada Estudiantes de sexto año del Instituto del Rosario, pasantes de EL DIARIO
El 10% de los partos realizados en el Hospital Pasteur corresponde a mamás cuyas edades oscilan entre los 12 y los 19 años. Esa franja de edad se relaciona con una etapa de la vida en la que las jóvenes se encuentran en pleno desarrollo, tanto físico como mental. Además, muchas de ellas están transitando la edad escolar, lo que genera, en los casos en que no encuentran apoyo, la deserción dentro del ámbito educativo.
En esta nota, además de la entrevista a la titular del servicio de Ginecología del Hospital Pasteur, damos a conocer las historias de dos jóvenes que decidieron seguir adelante con su embarazo y con la escuela.
“El cuerpo de una adolescente no es el mismo que el de un adulto. Uno no está preparado para ser madre”. esas son las palabras de Hannah Moor, mamá a los 17 (ver recuadro).
«La única opción que nosotros vimos fue de tenerla, de que naciera sana y con todo lo que le podíamos dar», dijo Paula Gutiérrez, mamá a los 15 años.
En ambos casos, destacan que tuvieron contención de la pareja y padre de los bebés, de la familia y de la escuela, en la que pudieron continuar sus estudios.
Los números
Según las estadísticas obtenidas del Hospital Pasteur, desde el 1 de octubre de 2014 hasta el 30 de octubre de 2015, se produjo un total de 120 nacimientos provenientes de partos adolescentes, es decir, de mamás cuyas edades van de los 14 a los 19 años.
El total de los nacimientos fue de 1.200, por lo que el parto en mamás adolescentes representa un 10% en la ciudad.
“En los últimos años, se ha demostrado que el embarazo a edad temprana se ha reducido gracias al programa de Procreación Responsable de la provincia de Córdoba”, dijo Cristina Bisego, jefa del servicio en el Pasteur, basándose en estadísticas del Ministerio de Salud.
Algunos expertos en Medicina y Ginecología consideran que el embarazo adolescente es la causa de el 50% de la deserción escolar en mujeres de 15 a 17 años.
“Hay dos factores fundamentales a tener en cuenta: uno es la falta de información acerca de los métodos existentes para cuidarse y el otro, el inicio de la actividad sexual a una edad temprana”, planteó Bisego.
“Otro factor importante es el consumo de drogas y alcohol, debido a que cuando consumen ese tipo de sustancias, no tienen conciencia plena de lo que hacen y de qué manera se relacionan”, concluyó.
Testimonio I – Paula Gutiérrez
“Seguimos estudiando porque ahora somos el ejemplo a seguir de nuestra hija”
“Los dos estudiamos, Axel está terminando el secundario y también trabaja. Yo estoy cursando quinto año y estoy realizando un curso de peluquería”, comenzó diciendo Paula Gutiérrez.
“Cuando quedé embarazada, tenía 15 años y Axel 16. El embarazo fue por una falla de prevención. Al enterarnos, los dos estábamos con mucho miedo, con nervios, sin saber qué hacer, sin saber cómo iban a reaccionar nuestras familias y su reacción fue hablarnos y aconsejarnos a los dos sobre cómo iba a ser y cómo iban a cambiar nuestras vidas siendo padres y mucho más en la adolescencia, que ser padres requería mucho tiempo, mucha atención, madurez.
Recibimos apoyo por parte de las dos familias, tanto de la de Axel como la mía, y ambas nos apoyaron y ayudaron a seguir adelante, a poder continuar y terminar con nuestros estudios, debido a la importancia que esto implicaba. Todos nuestros amigos nos apoyaron con la situación que enfrentábamos, a mí en el ámbito escolar me ayudaron muchísimo los directores del colegio, como también los profesores, me dejaron contar con ellos para lo que sea, se preocupaban por mi situación, por cómo me sentía en la institución, me dieron permiso los primeros meses de vida de la bebé para ir a amamantarla a su guardería en horas de clases, fueron muy considerados. Notamos cambios de madurez, sentimos que tenemos una compañía para toda nuestra vida, sentimos que tenemos que hacer bien las cosas ya que somos el ejemplo a seguir de nuestra hija, que es quien va a seguir nuestros pasos de ahora en adelante.
Por eso nos preocupamos en seguir en el ámbito del estudio para poder darle un buen futuro y una buena vida. La única opción que nosotros vimos fue de tenerla, de que naciera, sana y con todo lo que le podíamos dar. Ya que en estos casos de embarazos por falla de prevención un bebé no tiene la culpa de lo que hagan los padres, un bebé nunca es un error, es una bendición, siempre que llega una nueva vida al mundo es por algo, nosotros creemos que el propósito de que Dios nos mandó a nuestra bebé al mundo es para ponernos a prueba a ver si podíamos con esto, para ver qué tan fuerte éramos nosotros con nuestro amor y también para llenarnos de felicidad”, concluyó la joven mamá al hacer su relato para EL DIARIO.
“Le dijimos sí a la vida y nos hicimos cargo de lo hecho”
“Me llamo Hannah Moor, Actualmente tengo 18 años.
Soy madre adolescente de un varón. Quedé embarazada en agosto del año 2014. El día que me enteré que estaba embarazada fue un 19 de septiembre. Hablé con mi novio y le conté la situación, que no fue más que confirmar lo que veíamos venir por el retraso en el ciclo menstrual.
Luego, llegó mi mamá a mi habitación y vio las pastillas anticonceptivas y me preguntó si las estaba tomando bien. Le dije que no y me preguntó por qué motivo las había dejado de tomar. Ahí fue que decidí contarle que tenía una falta y que yo me había olvidado una de las pastillas del medio, que son justo las que tenés que tomar en los días de ovulación.
Uno piensa que tomándotela al otro día no va a pasar nada y en realidad sí pasa. Luego, mi mamá me dijo que me iba a ayudar, que ella pensó que no me iba a equivocar así, pero igual ella me iba a apoyar y que estaría en todo a mi lado. Ella sacó un turno para una ginecóloga y fuimos con la doctora (Cristina) Bisego.
Empecé a cambiar pensamientos, a pensar que ya no iba a poder salir, que mi vida iba a dar un giro grande y que muchas cosas que uno quería hacer no iba a poder, porque ahora tengo una vida que cuidar y proteger, para que no le pase nada.
Pasó el tiempo y todo venía bien hasta que a las 34 semanas de gestación me internaron. Estuve una semana en reposo por contracciones de parto. Aparte de eso, tuve placenta previa de grado tres y mi bebé venía sentado, con dos vueltas y media de cordón y bajo en peso. Salí de la clínica con la orden de hacer un mes de reposo, para que, como mínimo, pudiera llegar a las 38 semanas y media de gestación.
Llegué con mucho esfuerzo, llantos y angustias. Pero después de eso tuve la alegría más hermosa del mundo, que fue mi hijo, quien nació con 3.200 kilos de peso. A pesar de no haberlo buscado, puse el pecho y le di para adelante. Gracias a Dios, mi familia, la de mi novio, los amigos, profesores y autoridades escolares siempre estuvieron ahí, con el minuto a minuto para acompañarme y ayudarme en mi embarazo.
Sé que al ser joven, uno corre muchos riesgos, porque el cuerpo de una adolescente no es el mismo que el de un adulto. Uno no está preparado para ser madre.
Si yo tuviera la oportunidad les diría a miles de chicas que no se olviden las pastillas, que aparte de cuidarse ellas, se tiene que cuidar el hombre. Tienen que ser conscientes de que un hijo no es joda, que un hijo es responsabilidad.
Uno después del embarazo piensa que es todo joda, que se duerme, que podés salir y demás. Uno no se da cuenta de que cuando nace un hijo es una responsabilidad compartida entre madre o padre, que ya no se sale, que si te lo cuidan, salís, pero dejaste un niño de semanas o meses con su abuela. Que ella ya te crió a vos y a tus hermanos, que ella es su abuela y no su mamá. Dormir no es el mismo, las noches de fiestas pasan a ser noches de mamaderas, pañales olorientos, risas, llantos y demás. Muchas ven como opción darlos, abortarlos o tenerlos. Yo le dije sí a la vida y me hice cargo de mis hechos”, concluyó.