Inicio El Equipo El valor de la amistad

El valor de la amistad

0
El valor de la amistad

BEVOLO AfucoQuizás fuera del ámbito del Fútbol Comercial muchos no lo reconozcan con una camiseta y sí con un “delantal blanco”, pero el protagonista de hoy es uno de esos personajes que en AFUCO es querido por todos. Se trata de Gustavo “Colo” Bévolo, un delantero que no se cansa de gambetear y festejar goles en el predio del Club Sarmiento.

Y se reunió con el Picado para contarnos sus sentimientos por este torneo y, en un principio, expresó: “Hace 12 años que juego en AFUCO y para entender un poco lo que este torneo significa para mí, siempre me acuerdo de un entrenador que tuve y que para mí fue muy importante”.

“Su nombre es Abel Volta. Cuando éramos chicos nos decía cosas que a esa edad no entendíamos. Siempre nos decía que lo más importante era respetar, que el respeto era algo innegociable para ser buena persona”, precisó y agregó que “él nos decía que el fútbol era la excusa para establecer vínculos saludables y esos vínculos son los que uno ha conseguido establecer en AFUCO”.

Para seguir valorizando esos vínculos, manifestó que “los amigos del fútbol son los amigos verdaderos, son distintos a los que se pueden generar, por ejemplo, en el ámbito laboral. Las amistades de esta deporte están en las buenas, pero uno sabe que también van a estar en las malas”.

También destacó que “este torneo te da la posibilidad de que un sábado a la tarde podés desconectarte por un rato de todo y al lado tuyo hay personas a las que les pasa lo mismo que a vos”.

“Podés haber tenido una semana horrible, pero el sábado llegás a las canchas de AFUCO y en la previa del partido te reís como si fueras el tipo más feliz del mundo”, aseguró.

Al respecto indicó que “además de eso, cuando comienza el partido uno quiere ganar, se calienta e insulta, pero el árbitro pita el final y a los dos minutos ya estás buscando quién cometió el error más grande, el gol en contra que nunca falta o, en mi caso, el remate que en vez de ir al arco se fue a la cancha del lado, para empezar a cargarlo”.

“Por todos esos motivos no cambio AFUCO por nada. Tengo los tobillos destruidos, la columna a veces me duele mucho y por eso en algunas ocasiones intenté comenzar otros deportes. Fui a natación y a tenis, pero no es lo que yo quería. Nada me da lo que me da el fútbol y por eso lo voy a practicar hasta que el cuerpo me dé”, redondeó.

Consultado sobre cuál cree que fue el gol más importante que convirtió, respondió: “El que más recuerdo fue muy importante por lo que generó. Estando en las inferiores de Ferro, dirigido por Carlos Aimar, apilé a tres jugadores en dos metros, me salió el arquero y le definí por arriba”.

“Fue un gol de esos que se hacen una sola vez en la vida y a mí se me dio en un entrenamiento. Después de que lo convertí se me acercó Aimar y me dijo: ‘Afuera está Carlos Timoteo Griguol y vio el gol que hiciste. Dormí tranquilo que vos de acá no te vas más’. Fue un momento muy lindo en lo personal”, relató.

Ese recuerdo lo llevó a contar que “no me quedé en Ferro por falta de confianza. Yo sentía que las dos únicas cosas que sabía hacer eran jugar al fútbol y estudiar”.

“Era tanta la gente que se iba a probar por día para jugar al fútbol y yo sentía que era mucho azar llegar a jugar en Primera; decidí dedicarme a estudiar”, explicó y al mismo tiempo sostuvo: “Mi padre se me enojó, me dijo que probara dos años y si no me gustaba que me volviera a Villa María, pero a los 17 yo pensaba que dos años eran una eternidad”.

En cuanto a lo mejor que le dejó este deporte, no dudo en decir que “lo más lindo que me dio el fútbol son las amistades que pude establecer dentro de una cancha o un vestuario. Por razones laborales algunas veces tuve que irme de la ciudad, pero cuando volví las amistades estuvieron intactas”.

“Si hay algo que me quedó pendiente en el fútbol es haber podido jugar más tiempo. La profesión que elegí me sacó rápido de las canchas y por eso me quedaron ganas de compartir más cosas con la gente con la que viví el fútbol cuando era joven”, cerró.

 

Un “Mono” sabio

“Jugando en Ferro, el arquero de mi división era Germán Burgos. Un día estábamos enfrentando a San Lorenzo en su cancha, íbamos ganando 3 a 0 y faltando 15 minutos nos empataron el partido. Yo había hecho dos goles y el ‘Mono’ se había atajado todo”. “Entonces, cuando subimos al colectivo para irnos, Burgos se asomó en la puerta del micro y me dijo: ‘Cordobés, de todos los amargos que están acá arriba los únicos dos que vamos a llegar a Primera somos nosotros dos’. El llegó y lejos, yo no”.

 

Un “Polaco” férreo

“Cuando éramos ‘Cebollitas’ jugaba junto a Claudio Arzeno, pero luego en inferiores comenzamos a jugar en contra. El fue uno de los que más me costó enfrentar”.

“Era un gran defensor, muy férreo. Me conocía la vuelta y siempre me era muy difícil jugar en su contra”.