DESTINOS Colombia / Parque Nacional Tayrona
Escribe Pepo Garay ESPECIAL PARA EL DIARIO
En el norte del país, el espacio protegido deslumbra con un legado natural impresionante, donde destacan playas tropicales, circuitos de trekking y fuerte legado nativo
“Que si a mi Pique tu le muestras el Tayrona, después no querrá irse pa Barcelona”. Claramente, el texto no pertenece a una obra de Neruda, ni de Silvio Rodríguez. Nació de la pluma de Carlos Vives cuando compuso el hit “La Bicicleta”, y a pesar de lo banal de su contenido (por cierto: a esa sección del tema lo canta Shakira), sirvió para que millones de personas se hicieran la misma pregunta: “¿Qué es el Tayrona?”.
Un ensayo de respuesta es el que sigue: el Tayrona es un Parque Nacional ubicado en el norte de Colombia. Verdadero vergel copioso en bosques, montañas, manglares, legado ancestral nativo, circuitos de trekking y playas tropicales que se acomodan en los azules del mar Caribe. Motivos más que suficientes para despertar las apetencias del viajero, e ir.
Vigilado por la cercana Sierra Nevada de Santa Marta (la cadena montañosa litoral más alta del mundo, con picos nevados de casi 5.800 metros), y apenas 40 kilómetros de la popular y turística Santa Marta, el espacio protegido presenta 15 mil hectáreas de belleza.
Instalarse por varios días
Para recorrer parte del sueño conviene instalarse por varios días utilizando para tales fines las varias cabañas y campings (que también ofrecen hamacas paraguayas para los que no tienen carpa) y disponerse a disfrutar de veras.
En ese sentido, lo más granado se materializa en las ya citadas playas. Joyas del Atlántico que muestran arena impecable, aguas turquesas y espaldas de palmeras (hasta da para treparse y sacar algún coco), grandes arboledas y manglares. Los nombres propios se multiplican de norte a sur: Los Naranjos, Castilletas, Brava, Cristal, Siete Olas…
Con todo, lo más visitado aparece en el meridiano del mapa. Son las adyacencias de la zona conocida como Arrecifes, donde los campings explotan de mochileros (en verano) y en la que se lucen playas como Arenilla, la Piscina, La Piscinita, San Felipe o las del cabo San Juan del Guía. A todas ellas se accede a pie, a través de senderos que en sube y baja se internan en los bosques, regalando panorámicas del Caribe aquí y allá. A la hora del buceo, la oferta es ofrecida por las islas Agujay Granate (las excursiones salen desde el pueblito pesquero de Taganga, en las afueras del Parque y muy cerca de Santa Marta).
Senderos y cultura ancestral
Pero volvamos a los senderos, que los hay muchos y muy atractivos. Tácitamente, ya se habló del Arrecifes- Boca del Saco (hora y media, pasa por los citados Cabo de San Juan del Guía y La Piscina, por caso), aunque también destacan el Sendero Kogui (de Cañaveral a Arrecifes, demanda una hora), y los clásicos que conectan el Cabo y Calabazo con Pueblito (el primero mediante camino empedrado de a ratos, el segundo, de unas tres horas de duración).
Estos últimos circuitos, despiertan especial interés en el viajero, al permitir el acceso a uno de los principales íconos del Parque: Pueblito. Un tesoro milenario, que conserva vestigios arqueológicos de la civilización Tayrona, y varias enseñanzas al respecto (lo mismo que el museo y centro de interpretación Chayrama, al norte del plano).
En este punto, resulta elemental mencionar la fuerte impronta antropológica del Parque. Territorio sagrado para grupos étnicos como los kankuamo, kogui, wiwa o arhua, cuyos miembros no habitan el espacio protegido, pero lo visitan a menudo para realizar sus rituales ancestrales.
Aquello se da, fundamentalmente, un mes completo al año. Lapso en el que el Tayrona cierra sus puertas a los turistas (en este 2018, ocurrió del 28 de enero al 28 de febrero pasado), reservando para sus verdaderos dueños todo el embrujo de un paraíso natural único.