En Ecuador – El año pasado partieron rumbo a Alaska en un Jeep del 57
La familia Videla tuvo un accidente en el que volcó su vehículo al quedarse sin frenos. En pleno estado de shock, la Policía del lugar intentó coimearlos al querer cobrarles una multa. Afortunadamente, pudieron salir airosos del traumático trance
Una familia villamariense sufrió una olvidable experiencia en Ecuador tras protagonizar un accidente e intentar ser “coimeados” por la Policía del lugar.
Se trata de Iván Videla, Karina Botta y una de sus hijas, Mayra, quienes partieron rumbo a Alaska en un Jeep del 57 en octubre y cuyas sensaciones previo al viaje le contaron EL DIARIO en una nota.
Sintieron que salvaron su vida porque “Dios nos abrazó” cuando el último miércoles de febrero transitaban con el vehículo por las rutas de Baño de Agua Santa junto a dos amigos y comenzaron a sentir olor a quemado.
Habían ascendido 2.600 metros y los esperaba una pendiente muy pronunciada, donde “había curvas muy cerradas y debíamos doblar lentamente, no había margen para error”, contaron.
De pronto, los frenos fallaron. “Es difícil de explicar el momento porque el tiempo se detiene y a la vez se acelera, ideas que se entrecruzan, imágenes que pasan, el pulso se acelera… Solo quedaba intentar llevar ese Jeep furioso al menor mal posible aunque interiormente sabía que estábamos a su entera voluntad”, describieron en el Facebook que utilizan de bitácora de viaje.
Iván, quien manejaba, decidió dar un volantazo y el Jeep volcó. “Fue un tremendo golpe en el pavimento, con gritos, cosas que caían de todos lados y una falsa calma mientras nuestro Jeep recorría esos últimos metros de costado”, recordó sobre esos instantes.
Karina, en diálogo con este medio, consideró: “La sacamos barata, gracias a Dios. Si vieran cómo caímos, a qué pocos metros estaba el precipicio. Ibamos cinco en el Jeep. Apenas nos raspamos y nos golpeamos un poco Iván y yo. No se nos rompió nada, apenas un vidrio; es increíble”, describió.
Pero luego de algunos minutos de shock y tras verificar que todos estaban bien, sucedería lo más indignante: “Llegó la grúa y ya estaban los policías esperándonos. Me puse nerviosa porque al principio no sabés qué pasa y más tarde llegó la ambulancia. La Policía se acercó en medio del estado de shock y nos dijo que nos quedemos tranquilos que ya veríamos cómo pagaríamos la multa; una locura”.
En medio de la desesperación por lo que había pasado, a la familia Videla le costó entender en un principio que “la Policía estaba intentando coimearnos. Nos pedía dinero. Se me acercó un policía y me dijo que me iba a hacer una multa de 180 dólares, no entendía nada. Nos negamos a pagar”, agregó.
“Dicen que acá, por todos los accidentes, por más que sea algo simple, te hacen una cita y después tenés que ir a pagar 180 dólares. Nosotros le planteamos que, en primer lugar, no ocasionamos ningún daño a terceros y, segundo, que lógicamente no íbamos a darnos vuelta a propósito. Cuestionamos por qué querían cobrarnos y después nos dimos cuenta de que nos pedían plata porque, al ser extranjeros, si nos hacían esa citación o multa, no iban a poder cobrar nada”, explicó.
“Querían sacar algo porque incluso cuando desistieron, nos pidieron que les demos algo de plata al de la grúa. No nos sacaron nada, ni la coima ni nos pudieron hacer la multa”, manifestó Karina, quien aseveró que “realmente fue un mal momento”.
Tras pasar por esa situación, limpiaron un poco el Jeep y, para su sorpresa, no solo encendió inmediatamente sino que, además, no sufrieron grandes roturas en la estructura del auto. “Ahora quedaba hacer coraje otra vez y salir a la ruta, todo era una incógnita al no saber cómo se comportaría el Jeep en camino, ya que no sabíamos si tenía algo más dañado aparte de la chapa”, narró Iván.
Con la incertidumbre a cuestas, partieron nuevamente a la ruta. “Vinimos hasta Saquisili, a 90 kilómetros de Quito, acá nos está hospedando Juan Carlos Molina, quien también es un amante de los autos clásicos, a quien le agradecemos mucho, mientras el chapista termina de reparar el vehículo”, remarcó.
Karina insistió con que “el problema fueron los frenos”, pero que “lo vio un mecánico y estamos esperando que termine el chapista”, por lo que estiman en menos de 10 días estar en viaje nuevamente”.
Para la familia, confiaron, la traumática experiencia quedará como uno de los tantos recuerdos que les dejará este largo viaje.
Ayudar sin dudar
Con el vehículo golpeado y con algo de susto aún sobre sus hombros, a la familia Videla, mientras retomaban la ruta horas después del accidente, se le presentó una situación particular.
Un joven argentino estaba parado al lado de la ruta con su Combi “La Ñata” pidiendo ser remolcado hasta una estación de servicios. Los villamarienses no dudaron en ofrecerle ayuda, atar el vehículo y llevarlo, sin pensar siquiera que el Jeep podía llegar a fallar.
Es que, en realidad, a este joven le estaban devolviendo un favor. “Ivo es un amigo viajero que habíamos conocido antes de salir de Baños de Agua Santa, que lleva nueve meses fuera de su casa y tiene tan solo 21 años. Quería llegar a Quito para viajar a Córdoba a ver a su familia”, subrayó Iván, y develó: “El nos había regalado algunos kilómetros atrás una batería para nuestro Jeep que, según él, no utilizaba. Esto es así, el viajar te hace conocer personas, historias, que perdurarán en el tiempo seguramente y que te llenan el corazón”.
El 1 de octubre del año pasado, EL DIARIO publicó una nota donde la familia contaba sus sensaciones a horas de emprender el viaje rumbo a Alaska.
Los Videla afrontan un recorrido de más de 50 mil kilómetros para transitar América de punta a punta, sin plazos ni grandes objetivos más que vivir una experiencia única.
“No tenemos una ruta definida. El camino, la gente, nos irá marcando los tiempos y los lugares que tengamos que visitar”, contaba Karina en su momento.
Por ahora llevan unos 150 días de viaje que, hasta lo ocurrido en Ecuador, habían transcurrido sin ningún inconveniente.