Acaba de aparecer “Como un corazón”, el quinto poemario de Gustavo Borga, por la editorial cordobesa Borde Perdido. En esta breve entrevista, el autor villanovense habló de los temas recurrentes de su obra: la fragilidad de la niñez, la poesía local como fuente de inspiración y su admiración por los desaparecidos durante la última dictadura
Desde la publicación de su primer libro (“Patitos degollados”, hace 14 años ya), la poesía de Gustavo Borga (foto) trae una “mala noticia”: el fin de la niñez por una causa brutal o violenta. Y esa causa puede ir desde los abusos paternos hasta los golpes, la pobreza o la intemperie que no tiene fin. Quizás la mejor metáfora de esa pérdida sea, precisamente, la tapa de su segundo poemario (“Hermoso niño rubio”, de 2006). Allí, un nene lee un libro infantil al borde de un precipicio al que caerá irremediablemente.
Pero también hay que decir que, como contracara de esa “mala noticia”, la poesía de Gustavo Borga también trae una redención. Y es que ese estado de gracia previo a la caída puede atravesar las edades y salvar a un hombre; a cualquiera que busque en los viejos latidos su primordial inocencia. Y este “cara y cruz” sigue siendo la línea más potente de toda su poesía, incluyendo la de su último libro, “Como un corazón”. Allí leemos, a modo de epígrafe: “Escribí estos poemas con mi lápiz azul todo mordido/ de niño de jardín de infantes que no sabe escribir”. Esto, en el “código Borga”, equivale a decir que a esos poemas los escribió o los intentó escribir desde aquella primera inocencia, desde aquel niño al que intenta acercarse a razón de 100 pulsaciones por minuto. Pero el poeta es consciente de la complejidad de su empresa, y que la concreción de ese “poema perfecto e inocente” quizás le esté vedada para siempre. Y entonces, como una toma de conciencia de esa imposibilidad, escribe el poema que da título al libro, el texto más amplio y más bello del poemario: “Hay un poema/ que no voy/ a escribir nunca// siempre/ estará/ adentro mío// cuando muera/ quiero sentir/ sus latidos// como un corazón”.
Y es a propósito de esta búsqueda implacable de la niñez perdida que empieza esta entrevista.
-Tu poemario “Para vos NO” estaba dedicado “a los chicos que no saben leer ni escribir”. En tu último libro decís “escribí estos poemas con mi lápiz de niño que no sabe escribir”. ¿Hay un estado de gracia en esa niñez “analfabeta”?
-Yo no sé lo que escribo. La poesía no es para mí algo racional. Pero quizás yo esté escribiendo para esos niños que están fuera del sistema. Niños que no van a ir nunca a una escuela. Niños a los que nadie les va enseñar a leer ni a escribir. Es un sueño, una utopía. También es un fracaso. De todos modos lo voy a seguir intentando siempre. Pero también hay otra explicación y es que los únicos poetas son los niños. Por eso este libro es para ellos. Los niños son mágicos. No saben leer ni escribir, pero son los únicos poetas de verdad. Yo quiero ser como ellos. Yo quiero alcanzar esa dimensión.
En un mundo mejor
Paralelamente a las regresiones sanadoras del fabuloso reino de la infancia, la poesía de Borga ha explorado una veta temática que podría denominarse “política” o (quizás mejor) de “reivindicación a los desaparecidos durante la última dictadura”. En uno de los poemas, leemos: “En una casa abandonada/ enterrada en el patio/ dentro de una bolsa/ de polietileno/ hay una libretita// escrito con tinta negra/ se encuentra el nombre/ y el apellido de algunas/ personas// entre ellas estoy yo// Gustavo Borga dice// al lado/ con pulso perfecto/ alguien dibujó// una cruz”.
-En tus dos últimos libros escribiste sobre los desaparecidos. ¿Es fascinación, es necesidad?
-No es fascinación ni necesidad. Es admiración. Yo valoro mucho a esa generación que dio su vida por una sociedad más justa. Siempre pienso que si hubiera triunfado el socialismo en Argentina, hoy no habría desnutrición infantil en nuestro país. En Cuba no la hay.
-Otro de los temas de tu libro es la poesía local. En el primer texto decís que “robás” lo que los poetas de Villa María tiran a la basura. ¿Te referís a un autor en especial?
-En Villa María hay muy buenos poetas, pero yo no me refiero a uno, sino a todos; a los que me gusta cómo escriben y a los otros. Las palabras que ellos tiran, a mí me son de gran utilidad. Escribí el libro con esas palabras.
Es la última pregunta que le hago a Gustavo Borga. Y a decir verdad, no sé si creerle esta última confesión. Porque para mí sus mejores poemas son siempre “de puño y letra”, salidos de su sufrido y brillante imaginario. A modo de despedida, le dejo el cierre de esta nota a uno de sus niños, a salvo para siempre de este mundo que incendia.
“Un niño/ juega/ sobre un árbol// las raíces/ arden// el árbol/ se prende fuego// el niño/ trepa/ para salvarse/ / tarda una vida/ en alcanzar/ la rama más alta// es un anciano// muere antes/ que lo alcance/ el fuego/ las cenizas/ caen// sobre un niño/ que juega/ sobre un árbol”.
Iván Wielikosielek