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Viví sus tristezas y alegrías

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Viví sus tristezas y alegrías
Noah pasó por muchas. Tuvo una vida difícil, pero la sigue peleando

Claudia se hizo cargo de Noah en un principio y en este texto cuenta todo lo que sucedió con este perro que estuvo al borde de la muerte, se recuperó a su lado y hoy se encuentra en una guardería

Escribe: Claudia Moya

Antes que nada, agradezco la oportunidad a este medio de aclarar una situación que mancha mi buen nombre y honor.

El día jueves 11/01 salió un artículo en este medio por el cual yo solo voy a decir que a Noah lo traje a mi casa sin dudar, ya que por su estado físico no había tiempo para ello, fui su provisorio desde que obtuvo su alta veterinaria.

Me ocupé día y noche de él, de sus curaciones, de su parte emocional y de todo lo que implicaba su rehabilitación, porque ellos también tienen sentimientos.

Viví sus tristezas y alegrías a medida que se recuperaba sintiendo también su estado de dolor desde el instante en que me hice cargo de él.

Los primeros días una que otra persona venía a verlo, luego, como todo en la vida «se olvida», y así se olvidaron de Noah.

Me dijeron que lo humanicé. Si dar amor y atención a un perro en tristísimas condiciones es humanizarlo, no lo sé, ya que jamás durmió en mi cama ni lo senté alrededor de mi mesa. Es más, cuando me escribieron para venir a fotografiar a Noah para unos almanaques que vendían, me pareció inoportuno, ya que sentí (me hago cargo, ya que fue mi sensación) que de alguna manera se estaba lucrando con su desgracia, aunque utilizaron el término «homenaje» , algo que nunca entendí.

No era un rescatado más ni un niño feliz (si lo llevamos a lo humanizado).

Todo esto me duele en el alma, ya que tengo siete perros más en mi casa y mi negocio que atender todo el día. Aun así, jamás descuidé las necesidades de Noah, hice a un lado las mías, noches enteras sin dormir por atenderlo y eso no me pesa, me pesa la ingratitud y la indiferencia, ya que todo lo hice sola desde octubre, a solo dos meses de su rescate.

Desde el momento que decido adoptarlo, lo hago desde el vínculo y el sentimiento tan fuerte que habíamos creado.

Tal vez si no se hubieran desligado de su rehabilitación y de la responsabilidad del seguimiento que asumen desde el momento en que deciden rescatarlo, si me hubieran ayudado cuando me vi desbordada por el cansancio cuando les dije que estaba pasando noches sin dormir (mensajes que tengo guardados), hoy esto no estaría pasando y Noah estaría a mi lado, aunque según ellas “Noah no estaba en la casa adecuada”. Si fue así, ¿por qué no vinieron a buscarlo antes? Es muy fácil opinar y criticar en una red social. La realidad es que él se encuentra en una guardería y no en la casa de ninguna de las proteccionistas.

Al contrario de lo que dice la nota anterior, él necesita de muchos cuidados, sobre todo tiempo, atención y ayuda. Agradezco a mis clientes, vecinos y amigos, que se hicieron presentes cada vez que necesitaba una mano y gracias por todos los mensajes de apoyo, de todos los que entendieron que para mí no fue una decisión fácil.

Siempre decimos que un animal no es un objeto, pero a veces se olvidan de esas palabras y lo utilizan por un momento como un trofeo para su ego.

Noah es un guerrero, si hay algo que le sobran son fuerzas, pero me debe extrañar tanto como yo a él.

Aprovecho el espacio para pedirle, a quien corresponda, que me deje verlo.