El 19 de agosto de 2014, Nicolás Quevedo fue condenado a tres años de prisión en suspenso por varios hechos. Y ayer volvió a sentarse en el banquillo de los acusados, pero esta vez la sanción fue de cumplimiento efectivo. Igual podría salir en breve
Un joven que hace exactamente un año recibió su primera sanción penal por una serie de hechos delictivos perpetrados unos tres meses antes, volvió a ser juzgado ayer en la Cámara del Crimen de Villa María y en esta ocasión se le impuso una pena de cumplimiento efectivo.
Se trata de Nicolás Ezequiel Quevedo (21), quien fue juzgado por un “robo” y un “hurto” cometidos en diciembre pasado y por los que le aplicaron una condena de seis meses de cárcel. Pero como estaba pendiente aquella primera sentencia de ejecución condicional, la Justicia unificó ambos fallos.
Así, este joven villamariense nacido el 10 de diciembre de 1993 fue condenado a tres años de prisión efectiva, aunque podrá obtener la “libertad condicional” en los próximos días si el informe carcelario indica que tuvo buena conducta durante los poco más de ocho meses que lleva entre rejas.
El juicio oral y público sustanciado en la víspera fue presidido por la camarista Silvia Saslavsky de Camandone y contó con la participación del fiscal Francisco Márquez y de la defensora oficial Silvina Muñoz, mientras que Guillermo Picco fue el secretario actuante.
Quevedo fue detenido en los primeros días de diciembre de 2014, luego de cometer dos delitos contra la propiedad. Lo curioso del asunto es que había recuperado la libertad apenas tres meses y medio antes, tras pasar un período similar en la cárcel de barrio Belgrano.
Hace un año ya…
El 19 de agosto de 2014, la misma jueza le impuso una pena de tres años de prisión en suspenso luego de declararlo autor penalmente responsable de “robo”, “violación de domicilio reiterada” (dos hechos), “daño”, “amenazas” y “resistencia a la autoridad”, ilícitos que había cometido en los primeros días de mayo.
Al imponérsele una sanción de ejecución condicional, Quevedo pudo recobrar la libertad al concluir la audiencia de debate. Incluso la madre del joven, presente en la sala, decidió entonces llevarlo a vivir con ella a la localidad de Berrotarán para “controlarlo de cerca” y tratar de evitar que volviera a delinquir.
Sin embargo, menos de cuatro meses después volvió a las andanzas. Tras ser detenido por un robo y un hurto cometidos en esta ciudad, la pena en suspenso quedó sin efecto, por lo que llegó a este segundo juicio privado de la libertad.
Como Nicolás confesó lisa y llanamente su responsabilidad en los hechos que se le atribuían, la audiencia de debate se realizó bajo la modalidad de trámite abreviado, con lo cual se omitió la recepción de pruebas testimoniales en la sala ubicada en el quinto piso de los Tribunales locales.